En la edición anterior de Tragos Felices, me despedí de vosotros desde Zúrich. También es donde empecé el mes. Puede que Zúrich no sea la ciudad más famosa en el circuito de la coctelería, pero no es mal lugar para beber. En Late Bloomers, un bar bastante más griego que suizo, me recibieron con un excelente Greenpoint (7,5) y el menú promete. Volveré allí a finales de mes. Lupo, regentado por Armin Azadpour (ex Hunky Dory) y Jason Knüsel (ex American Bar del Savoy), ofrece comida italiana y bebidas muy modernas pero sencillas. El Señorita, una especie de Margarita con licor de albaricoque, estaba espléndido (7,5). En Canvas, en el Dölder Grand, los cócteles son más complicados en apariencia, pero igual de sabrosos. El Yellow es una versión del Porn Star Martini clarificado, con ácidos ajustados y tintura de chile habanero, menos goloso que el auténtico pero sehr gut (7) mientras que el Orange es un Whisky Sour con cacao y un toque de albaricoque y pistacho (7).



Más al oeste, pasé unos días (muy, muy) lluviosos en Lisboa con motivo del sexto aniversario de Monkey Mash. De todos los cócteles de los bares que acudieron a la celebración, me quedo con el Beets by Tjoget de… Tjoget, una mezcla de vodka de remolacha, coco, limón y jengibre que se ha convertido en clásico moderno y ya me había encantado la primera vez que lo probé en marzo 2019 (8). También fue la ocasión de descubrir el nuevo bar dirigido por Emanuel Minez y Paulo Gomes, los creadores de Monkey Mash y Red Frog. 18.68 tiene todas las características de un bar clásico: una sala muy elegante de techos altos y un equipo vestido de chaquetas blancas. Parece un Cock moderno. El Dry Martini, embotellado y elaborada con Bulldog Gin, Cinzano seco y bíteres de naranja, estaba impecable, por supuesto (7,5). En un estilo completamente diferente, en Quattro Teste, el templo lisboeta del aperitivo, el mejor trago de la visita fue el Rose Florentine, una versión de Americano a base de vinos aromatizados rosados (Cocchi Americano y 9diDante Paradiso) y de Rabarbaro, un amaro italiano a la raíz de ruibarbo (7,5).



Un breve inciso, ya que acabo de mencionar el Dry Martini. Marzo fue un mes muy Martini. « Vaya sorpresa », estaríais pensando. « Cuéntame algo que no sepa ». A mi edad, uno ya no cambia, es cierto. Pero bueno, mencionaré algunos, aparte del de 18.68. El absolutamente tradicional (en el sentido buñuelesco de la palabra) de Sotoverde, digno representante del arte madrileño del cóctel de barrio explosivo (6,5). El 50/50 de Gabriel Dávila, perfecto desde luego, durante su último servicio en Saddle (7). El modernista, rediseñado y con innumerables ingredientes (vodka, ginebra, « mantequilla de oliva », « limones ultrasónicos » y « vinos secos ») de Foco en Barcelona (7). En un estilo similar, el que Paradiso nos sirvió en su laboratorio durante el Paradiso Sustainability Summit: el Savoury Martini a base de vodka Ketel One, con un toque de fino, limones curados y de ficoide glacial (7). Por último, en Kronenhalle, un mítico bar con decenas de obras de arte en las paredes (¡Miró! ¡Toulouse-Lautrec! ¡Chagall!) del que no puedes evitar enamorarte (¡muebles a medida! ¡sin música! ¡chaquetas blancas!), donde se beben clásicos y nada más (7,5).





Mencionaba el Paradiso Sustainability Summit. Dos de los bares invitados a este incomparable evento (que yo sepa, en España es el único festival de coctelería organizado al aire libre bajo el sol, en un entorno muy apto para familias) sirvieron cócteles que me hicieron muy feliz. En el Röda Huset de Estocolmo, los tres tragos eran impecables pero me quedo con un Negroni de frambuesas impresionante de sutileza (7,5). Y los parisinos de Cambridge Public House, por su parte, proponían su Peel the Drama, como un Negroni blanco con Cocchi Americano, ginebra de pimienta rosa, licor de higo, clementina y naranja amarga: la armonía genciana / cítrico me impresionó (7,5). Mientras estaba en Barcelona, hice una visita rápida a Foco, ya lo comenté, para echar un vistazo a la nueva carta. Me sorprendió su Godfather clarificado y elaborado con licores de avellana y de almendra, dos tipos de whiskies (uno de ellos ahumado), un toque de miel y un poco de calvados (7,5). En cierto modo, la versión de Stinger que prepara Momus para su nueva carta, disponible en mayo, es un poco del mismo estilo. En el papel tragos que parecen demasiado complejos pero que convencen 100% en la copa.
Momus me devuelve a Madrid. Este mes he visitado dos bares a los que quizás no voy con suficiente frecuencia. En Harrison 1933, me tomé un Old Fashioned perfectamente preparado, cosa que, desgraciadamente, se ha vuelto muy raro (7,5). Curiosamente, mientras estaba sentado en la barra, al menos tres personas pidieron el mismo cóctel. Ninguna de ellas tenía más de 25 años. Parece 2010 otra vez. El otro bar es El Coleccionista, escondido en la primera planta del BiBo de Dani García. Es uno de los bares más bonitos de Madrid, y no se habla tanto de ellos como lo merecerían, probablemente porque está un poco fuera de las rutas habituales. El estilo de coctelería del equipo no es necesariamente el mío (muchos ingredientes caseros con productos «interesantes») pero el resultado final suele ser sólido. Estuve el mes pasado para la presentación de la nueva carta efímera, inspirada en una selección de obras de arte cedidas por un coleccionista. El Jhon Stezaker, en particular, me pareció muy bueno. Es una versión del Old Fashioned intensa, con whiskey de centeno, licor de tabaco y cacao (7).


Terminé el mes (bueno, en realidad no, pero permítanme la licencia poética) en Santos, donde todo suele acabar. La ocasión era informal: unos cuantos amigos de la casa, un chef cocinando y cócteles de la carta o creados para la ocasión. Una vuelta de tuerca a lo clásico, como siempre. Tuxedo, Rusty Nail, East Athletic Club. Y sobre todo un Manhattan potente, sin vermut (al señor Villaroel no le gusta el vermut) pero con un whisky de 50 grados y un moscatel viejo (7,5). El digestivo ideal para este mes de marzo.



El autor tuvo suerte y tan solo pagó 7 de los 17 cócteles valorados. La nota atribuida a cada cóctel se establece sobre una escala de 1 a 10, 10 siendo la nota más alta.
Recuerda: el mejor libro del mundo se llama Mueble Bar y comprarlo es imprescindible.
François Monti es el autor de Mueble Bar y lleva más de una década recorriendo los mejores bares del mundo. Y cuando no está viajando, se está preparando cócteles en casa. Más tarde, escribe sobre la experiencia. Es el autor de otros tres libros, incluyendo El gran libro del vermut y 101 Cocktails to Try Before You Die, y ha colaborado en muchas publicaciones internacionales. Su trabajo ha sido nominado a varios premios, entre los cuales se encuentran los World Gourmand Book Awards o el Best Cocktail & Spirits Writing en los Spirited Awards (los Oscar de la mixología). Desgraciadamente, no ha ganado ninguno, así que no le queda más remedio que seguir bebiendo para escribir. Monti también se dedica a la formación. Es docente del Master Wine & Spirits Management en el Kedge Business School en Francia y ha impartido conferencias alrededor de todo el planeta en los eventos más importantes del sector. Ya que también tiene que comer, es socio de la agencia de estrategia Amarguería. Desde el 2020, Monti es el Academy Chair para España y Portugal de The World's 50 Best Bars. Según la revista Drinks International, es una de las 100 personas más influyentes de la industria del bar a nivel global.
Muchas y muy interesantes sugerencias, comme d'habitude. Mil gracias, maestro. Iré al Santos a saludar a mi tocayo y a probar ese manhattan sin vermú.