Como bien saben, hay un problema gordo con el alcohol. Es incluso una de las prioridades de la OMS, junto con la obesidad. Lo curioso es que mientras es cierto que cada vez hay más obesos, es igual de cierto que la gente bebe cada vez menos. Y España es, según la misma OMS, uno de los países de Europa con menos bebedores problemáticos. Pero como vivimos rodeados de histéricos higienistas, de bobos convencidos de que la única vida buena es la que no merece la pena ser vivida, de idiotas útiles que piensan que para hacer su trabajo de periodistas gastronómicos tienen que ser muy críticos con el alcohol, pues parece que sí que urge reducir el consumo. Y sin embargo, repito: la gente cada vez bebe menos. La mejor prueba es que ya ni Boadas abre al mediodía.
Puta vida.
Yo solía tener un pequeño ritual: intentaba llegar a Barcelona sobre las 12:30 para empezar la estancia con un Dry Martini o una Media Combinación en Boadas. E intentaba salir sobre las 14:30 para tomarme un Dry Martini o una Media Combinación en Boadas antes de coger el tren de vuelta. Como suelo ir a Barcelona entre semana y hace un par de semanas que el bar sólo abre al mediodía los viernes y sábados, ya me han jodido el ritual.
Aunque asociemos el cóctel con la noche de la misma manera que el vermut se saca a las 13h, lo cierto es que las bebidas mezcladas estadounidenses tienen una relación muy antigua con las primeras horas del día. De hecho, el antepasado más remoto del Old Fashioned es el Gin & Bitters inglés (una cucharada de azúcar y bitters ‘mojada’ con ginebra), que era una bebida para tomar por la mañana, nada más levantarse de la cama. Se suponía que despertaba el cuerpo. Lo hacía mejor que el café, ¿me entiendes? Más tarde, en una época más civilizada y elegante (que la nuestra, quiero decir) se tomaban bebidas como el Gin Fizz en horario vespertino. Uno dejaba de trabajar durante un cuarto de hora, se bajaba al bar más cercano y pasaba la comanda al barman bigotudo que uno encontraba detrás de la barra. En la misma época, en España, los andaluces tomaban « las once »: una copita de manzanilla y unas aceitunas. Vamos: el antepasado de nuestro aperitivo tradicional. Hoy, por supuesto, las once de la mañana es el horario elegido por los tristes, grises y aburridos funcionarios y empleados de banca para ir al bar a tomar su segundo desayuno del día. Café con leche sin lactosa pero con sacarosa y pincho de tortilla. Ay.
También es antigua la tradición de abrir las persianas de una coctelería española cuando el sol aún está alto en el cielo. En Semblanza de un bar americano, quizá el mejor relato de la literatura española, Chicote describe el día típico en su establecimiento. Abría en aquel entonces a la una de la tarde:
Un barman, señoritas, clientes, monotonía, languidez, martini, gin fizz, más gin fizz, ¡porto flip doble para señorita inapetente!
A las dos de la tarde, ya no hay un barman sino cuatro, se piden más Dry Martinis pero también Manhattans. « Discusiones. Fútbol, toros. » Ojo: cuatro barmans son tantos como en el momento más intenso de la noche. Sí, hace 80 años, ¡una coctelería española tenía tanto trabajo antes de comer como antes de cenar!
Pero eso era antes. Boadas ya no abre al mediodía entre semana.
Sé que no soy la única persona que lamenta la noticia. La story que publiqué al respecto en Instagram es probablemente la que más reacciones ha cosechado de mi vida de storyteller instagrammer. Y estoy jugando con la idea de crear una ‘Asociación de Damnificados por la Decisión de Boadas de Dejar de Abrir a las Doce Entre Semana’. Y si me emociono un poco (es decir si tomo un Dry Martini a las doce) igual os digo que comprar Boadas para alterar la tradición es un poco como comprar un castillo en el valle del Loira y derribarlo porque, total, reformarlo es demasiado costoso. Por no hablar de la calefacción.
Pero la verdad es que no es mi dinero. Y si Boadas no abre a mediodía, no es porque el nuevo equipo no quiera trabajar, es porque no hay trabajo. O, al menos, no hay suficiente trabajo para abrir. ¿Sabes cuando lloras porque esa emblemática tienda del barrio va a cerrar para ser sustituida por una franquicia o, peor aún, por una tienda de vinos naturales, pero en realidad cierra porque ni tú ni nadie nunca va? Eso es más o menos lo que pasa con el cóctel vespertino. Boadas era mi ritual. De un ritual de poca gente, no se vive. Y para muchos, lo importante era la idea de que Boadas abriera a mediodía. No el hecho de ir. La posibilidad de hacerlo. Un poco como a mi me mola saber que puedo ir al Teatro Real aunque no haya ido en catorce años viviendo en Madrid. Pregunta retórica: entre todos los que nos lamentamos de esta decisión, ¿cuántas visitas al año sumaríamos?.
« Siempre nos quedará París », le dijo Humphrey a Ingrid. Siempre nos quedará Boadas, yo solía pensar (y decir, en voz alta, después de un Dry Martini a las doce). En realidad, no. Boadas ya no abre a mediodía. Pero seguimos teniendo Belvedere, Dry Martini, Ideal, Tandem en Barcelona. Richelieu y Milford en Madrid. Es algo, pero no es mucho. Y estos bares para viejos o jóvenes y medio jóvenes aficionados a los rituales de los viejos sobrevivirán mientras sobrevivan. También ellos acabarán por dejar de servirnos un Dry Martini a las 12h01. ¿Y entonces qué haremos con nuestras vidas?
Un cóctel: La Media Combinación de Boadas
45 ml de ginebra estilo London Dry
45 ml de vermut dulce rojo italiano
10 ml de curaçao Pierre Ferrand
10 ml de Amer Picon
Verter todos los ingredientes en el vaso de servicio y añadir los cubitos de hielo. Remover con la cuchara 5 segundos. Cortar un trozo de piel de limón y exprimir sus aceites en la superficie del cóctel. Colocarlo en la copa. Añadir una ramita de hierbabuena.
La Media de Boadas, ay, la Media de Boadas. El típico trago que solo cobra sentido al mediodía. Se supone que la Media Combinación, tan popular hace unas décadas en Madrid y en Barcelona, nos llega desde Cuba. Y quién dice desde Cuba dice desde Boadas.
El contrato con los maños se había cerrado tras una primera ronda de tapas aragonesas en El Rincón de Aragón de la calle del Carmen, dos o tres corderos y medio quintal de morcillas en El Asador de Aranda, copas en Boadas hasta que la muerte súbita los separó. Carvalho resucitó en Vallvidrera rodeado de pruebas de que el encuentro había sido real: la carpeta de piel repujada con las dos escopetas cruzadas, un cheque de tres millones de pesetas para viajes y primeros gastos y un griterío interiorizado en el cerebro, como si lo tuveria lleno de ácido úrico y de la cara del hombre delgado, P. N. F., que cantaba las jotas como si pesara cinco veces más.
Manuel Vázquez Montalbán, ‘Roldán, ni vivo ni muerto’ (1994)
Otras noticias
“Vinos de Jerez sin fortificar y finos y manzanillas de menos de 15 grados. La Consejería de Agricultura tiene ya lista la nueva orden que permitirá la modificación de los pliegos de condiciones de las Denominaciones de Origen del Marco de Jerez para la introducción de "avances históricos" con los que persigue adaptarse a la demanda actual del mercado, sin renunciar a la tipicidad de estos vinos que los hace únicos.”
Eso pudimos leer hace unos días el El diario de Jerez. Te voy a contar un secreto: no existe una ‘demanda’ del mercado para jereces de 14 grados en lugar de 15. Te voy a contar otro: cada vez que bajan la gradación de un producto alcohólico, hablan de la ‘demanda del mercado’ cuando quieren hablar, realmente, de los cálculos del contable. Si no encabezas con destilado o si el producto está por debajo de los 14,5 grados, en muchos mercados pagas menos al Estado. Igual la reforma nos permitirá disfrutar de vinos nuevos y excepcionales. Quién sabe. Pero no te dejes engañar: esta decisión se ha tomado en los departamentos financieros, no en los despachos de los enólogos.
Última palabra
Casualidades de la vida: esta semana escribí un artículo sobre Maria Dolores Boadas para la app de Bacardi-Martini, Freepour (en inglés por ahora, versión española en breve). Escribo sobre la figura de Boadas y hablo con Esther Medina Cuesta y Adrian Chia de como mujeres del sector la perciben hoy.
Recuerda: el mejor libro del mundo se llama Mueble Bar y comprarlo es imprescindible.
François Monti lleva más de una década recorriendo los mejores bares del mundo. Y cuando no está viajando, se está preparando cócteles en casa. Más tarde, escribe sobre la experiencia. Es el autor de varios libros, incluyendo El gran libro del vermut y 101 Cocktails to Try Before You Die, y ha colaborado en muchas publicaciones internacionales. Su trabajo ha sido nominado a varios premios, entre los cuales se encuentran los World Gourmand Book Awards o el Best Cocktail & Spirits Writing en los Spirited Awards (los Oscar de la mixología). Desgraciadamente, no ha ganado ninguno, así que no le queda más remedio que seguir bebiendo para escribir. Monti también se dedica a la formación. Es docente del Master Wine & Spirits Management en el Kedge Business School en Francia y ha impartido conferencias alrededor de todo el planeta en los eventos más importantes del sector. Ya que también tiene que comer, es socio de la agencia de estrategia Amarguería. Desde el 2020, Monti es el Academy Chair para España y Portugal de The World's 50 Best Bars. Según la revista Drinks International, es una de las 100 personas más influyentes de la industria del bar a nivel global.
¿Qué puedo decir? 🫣
I'm so glad I got to experience Boadas during the afternoon during the Friday we were recently in Barcelona.